Desde aquella derrota con Cagliari en el Olímpico por la Serie A (ni que hablar del bochorno en la Copa UEFA, siendo eliminados en primera ronda), una nube de dudas comenzó a flotar sobre la capital italiana. Porque pasaban los partidos, las derrotas se acumulaban y no se encontraba el juego.
Pasados poco más de 3 meses del técnico a cargo del Giallorosso, hay que decir que, lamentablemente, no hay cosas para destacar. Es cierto que en los últimos encuentros, Luis Enrique dejó sus caprichos de lado y no tuvo otra opción que adaptarse al fútbol de Italia. Abandonando el 3-4-3, la Roma empezó a asomar la cabeza y demostrar que es un grande del país.
Pero los resultados no llegan. La reciente derrota en Génova, aún con merecimiento de victoria, deja ese sabor amargo que se está haciendo costumbre. Porque no se merece ganar: se gana y punto. La caída en el clásico contra la Lazio, fue un golpe del que va a ser muy duro reponerse y del cual sólo los resultados y buenas decisiones van a poder sacar.
Aunque esas decisiones no llegan. Su pelea mediática con Totti apenas llegó no lo favoreció, y su "pensamiento" de dejar a Borriello y Osvaldo en el banco contra el Genoa y poner al juvenil Caprari como centrodelantero (que si bien convirtió, no tuvo un buen encuentro), son cosas que solo él las entiende. Y así le va.
Luis Enrique deberá replantearse para que está Roma. Porque no se puede depender de un zapatazo salvador como el de Lamela o una cabeza milagrosa como la de Osvaldo. Hay que armar una base, un estilo de juego. Y pronto.
Luis Enrique no le encuentra el rumbo a la Roma |